La pandemia de Covid-19 no solo desencadenó una profunda transformación en el mercado laboral latinoamericano, sino que también expuso y exacerbó las desigualdades preexistentes, impactando con mayor fuerza a los trabajadores más vulnerables de la región. Si bien la crisis sanitaria más aguda ha quedado atrás, analizar las transformaciones que experimentó el mercado laboral durante la pandemia se vuelve fundamental en la actualidad para comprender las dinámicas actuales y, sobre todo, extraer lecciones que contribuyan a la construcción de sistemas laborales más resilientes y equitativos ante futuras crisis.
Precisamente, al comparar la crisis financiera global de 2008 con la reciente crisis provocada por el COVID-19, surgen interrogantes claves sobre cómo cada una impactó de manera particular las tendencias del mercado laboral en América Latina. A diferencia de las dinámicas laborales de crisis anteriores, la evolución de los mercados laborales en la región durante 2020 presentó características particulares. Desde marzo de ese año, dicha evolución estuvo condicionada por la crisis sanitaria del Covid-19. Para frenar la propagación del virus, se implementaron medidas de contención, generalmente estrictas, que implicaban la restricción de la movilidad de las personas y la paralización parcial o total de las actividades económicas.
Dado que la pandemia comenzó a manifestarse a mediados de marzo en la mayoría de los países de la región, los impactos laborales más significativos ocurrieron durante el segundo trimestre del año. En ese periodo, la tasa de ocupación disminuyó 10 puntos porcentuales en comparación con el mismo trimestre de 2019. La considerable pérdida del empleo refleja los importantes efectos del deterioro de la situación macroeconómica sobre la dinámica laboral. Esta reducción implicó transiciones hacia el desempleo y, en mayor medida, grandes salidas de la fuerza laboral. La transición del empleo a la inactividad se ilustra en la reducción de 9.5 puntos porcentuales de la tasa de participación de la región durante abril-junio de 2020 (véase gráfico 1). Debido a la gran pérdida de empleos y el retiro masivo de trabajadores de la fuerza laboral, el incremento en la tasa de desocupación fue moderado, de apenas 2.6 puntos porcentuales. De acuerdo con la CEPAL, en términos absolutos, esto significó 29 millones de personas desocupadas a nivel regional.
A mediados de 2020, con la apertura gradual de las actividades económicas, las tasas de ocupación y participación regionales aumentaron. El aumento de esta última se produjo debido al retorno progresivo al mercado laboral de aquellas personas que habían estado económicamente inactivas en los trimestres anteriores inmediatos. Por esta razón, ni el incremento en la tasa de ocupación ni en la tasa de participación condujeron a una reducción de la tasa de desocupación.
Gráfico 1.
América Latina y el Caribe (14 países)a: Variación interanual de las tasas de participación, ocupación y desocupación: primer trimestre de 2019 a segundo trimestre de 2020 (En puntos porcentuales)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y Organización internacional del Trabajo (OIT).
a Los datos corresponden a: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Jamaica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
La crisis del Covid-19 profundizó la desigualdad de género
El impacto de la crisis de Covid-19 en el mercado laboral fue profundo y desigual, afectando en mayor medida a los grupos vulnerables: trabajadores informales, mujeres, personas con menor nivel educativo, jóvenes e inmigrantes. En consecuencia, la senda de recuperación que está surgiendo lentamente en América Latina podría venir acompañada de un incremento en las brechas laborales y de ingresos entre distintos grupos poblacionales. Es decir, esta crisis actuó como un catalizador que aceleró tendencias preexistentes de desigualdad en la región.
Como se observa en el gráfico 2, en el segundo trimestre de 2020 se registraron cuantiosas pérdidas de empleos, con una reducción del 16.4% en el número de ocupados respecto al mismo periodo de 2019. Esta caída en el total del número de ocupados estuvo acompañada de una fuerte reducción del número de personas en la fuerza laboral (-13.4%). La significativa disminución de la población económicamente activa se debió tanto a las medidas sanitarias implementadas para contener la pandemia como a las expectativas desfavorables de reincorporación al mercado laboral para quienes perdieron sus empleos. De hecho, dicha caída amortiguó el impacto de las pérdidas masivas de empleos en la tasa de desocupación, ya que, si el número de personas en el mercado laboral hubiera permanecido en niveles similares a los registrados en el año anterior, la tasa de desocupación habría sido mucho mayor.
La destrucción de puestos de trabajo en el segundo trimestre del año afectó en mayor proporción a las mujeres que a los hombres, con una disminución del 18.1% frente al 15.1%, respectivamente. Esto probablemente se debió a su mayor presencia en sectores particularmente impactados por la crisis sanitaria, como los servicios domésticos (1), el comercio, y los hoteles y restaurantes.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL. *Argentina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay. **Argentina, Barbados, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Jamaica, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tobago y Uruguay.
Al analizar el número de personas que abandonaron el mercado laboral debido a este choque sin precedentes, se evidencia una brecha de género aún más amplia. En el segundo trimestre de 2020, la participación femenina en la fuerza laboral experimentó una caída significativa del 15.4% en comparación con el nivel observado en 2019. Es altamente probable que esta disminución se debió a que muchas mujeres se retiraron del mercado laboral para asumir responsabilidades adicionales en el hogar, debido al cierre de instituciones educativas y a la necesidad de brindar asistencia a personas mayores. Este fenómeno incrementó la carga de trabajo no remunerado para las mujeres, exacerbando así las desigualdades de género preexistentes en el ámbito laboral.
En cambio, el número de hombres que salieron de la fuerza de trabajo fue algo menor. Esto se reflejó en el incremento del número desocupados abiertos, que aumentó un 29.4% en comparación con el segundo trimestre de 2019. Por supuesto, esto no necesariamente significa que los hombres hayan sido los más afectados por la crisis; más bien, sugiere que la tasa de desocupación abierta es un indicador analíticamente débil para analizar la dinámica laboral en una crisis tan profunda como esta; siendo una de las peores crisis económicas, sociales y productivas que ha golpeado a la región durante el último siglo. Si bien América Latina ha mostrado cierta capacidad de recuperación, como lo demuestra el rebote del número de ocupados en 2021 (gráfico 3), la pandemia nos deja importantes lecciones que deben ser consideradas para afrontar futuras crisis.
La caída de la informalidad en tiempos de Covid-19: ¿Cuáles fueron las razones?
Una de las características de la evolución y calidad de los mercados laborales durante la pandemia de Covid-19 fue la caída de la informalidad laboral. A diferencia de la crisis financiera de 2008, en el segundo trimestre de 2020 se redujeron los indicadores de informalidad (véase gráfico 4). La informalidad entre los ocupados disminuyó en todos los países examinados en este estudio, tanto en el segundo como en tercer trimestre en comparación con el mismo periodo de 2019. Argentina registró la mayor caída de la tasa de informalidad, con una disminución de 10.7 puntos porcentuales respecto al mismo trimestre de 2019.
América Latina (4 países): variación interanual de la tasa de informalidad laboral, segundo y tercer trimestre de 2020
(En puntos porcentuales)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, CEPAL.
Tradicionalmente, durante las crisis provocadas por factores económicos, los efectos suelen reflejarse en un incremento de la tasa de informalidad y de desocupación abierta. Es decir, dado que en las crisis la creación de puestos de trabajos asalariados formales se reduce, el empleo informal juega un rol contracíclico (véase al respecto International Monetary Fund, IMF, 2019, p. 10). En otras palabras, esto significa que la elasticidad del empleo informal es menor que la del formal o incluso negativa. Por ende, se esperaría que en tiempos de crisis la tasa de informalidad se incrementara (2). Sin embargo, en esta crisis originada por un factor sanitario, este “tradicional mecanismo de ajuste” frecuentemente observado en la región desapareció. Los trabajadores informales tenían mayores probabilidades que los trabajadores formales de perder sus empleos por varias razones: el alto porcentaje de informalidad en los sectores fuertemente afectados por las medidas de confinamiento (3), la limitada posibilidad de teletrabajo y la facilidad con la que pueden ser terminadas las relaciones laborales informales (International Labour Organization, ILO, 2023, p. 44). Por estas razones, a diferencia de lo que suele ocurrir en una crisis de origen económico, los indicadores de informalidad disminuyeron. Esto contrastó significativamente con la crisis financiera global, durante la cual el empleo informal total en 2009 se incrementó en un 0.1% respecto al mismo periodo de 2008, pasando del 54% a 54.1% (véase International Labour Organization, ILO, 2024).
A partir de este breve análisis, se concluye que, el impacto del COVID-19 en el mercado laboral no fue homogéneo y demostró la importancia de fortalecer los sistemas de protección social en América Latina. La alta tasa de informalidad, combinada con sistemas de protección social limitados, dejó a millones de trabajadores desprotegidos ante la pérdida de ingresos. La severidad de los efectos negativos dependió de factores estructurales como la proporción de empleo informal, el sector de actividad económica, el género y el tipo de ocupación. Los trabajadores informales, las mujeres y aquellos en ocupaciones precarias fueron particularmente afectados, no solo debido a su concentración en sectores fuertemente impactados, sino también por la falta de protección social, bajos salarios e inestabilidad laboral (Bertranou, 2019; Tutiven-Desintonio, 2020).
Asimismo, aunque la crisis aceleró la digitalización y el teletrabajo, también expuso la brecha digital existente. Invertir en infraestructura digital y en la capacitación en habilidades digitales para todos los sectores de la población se vuelve indispensable para no dejar a nadie atrás en la nueva economía digital. Por último, la pandemia de Covid-19 destacó la importancia del diálogo social como herramienta fundamental para enfrentar crisis, contribuir a proteger los derechos laborales, garantizar condiciones de trabajo justas y sentar las bases para sistemas laborales más resilientes y equitativos. Esta es una oportunidad única para repensar el modelo de desarrollo de la región y construir un futuro laboral más justo, inclusivo y sostenible para todos los latinoamericanos.
Notas
(1) De acuerdo con la CEPAL (2020. p.20), los empleos asalariados en hogares como empleadores, realizados en su mayoría por mujeres provenientes de hogares de bajos ingresos, fueron la categoría ocupacional que experimentó la mayor reducción relativa. Esto pone de manifiesto un serio problema distributivo, exacerbando las desigualdades existentes y destacando la vulnerabilidad de estas trabajadoras en el contexto de la crisis sanitaria.
(2) En América Latina y el Caribe, la tasa de informalidad fue del 52.7% en 2019 y del 51.6% en 2020, según estimaciones de la OIT (véase International Labour Organization, ILO, 2024).
(3) Esto planteó una pregunta fundamental: ¿cuántas personas podían trabajar desde casa? Delaporte y Pena (2020), estimaron que, en la región, la proporción de trabajos que podían realizarse en el hogar oscilaba entre el 7% en Guatemala y el 16% en Bahamas, mientras que en Estados Unidos el 37% de los trabajos se podían realizar totalmente desde casa (Dingel y Neiman, 2020).
Bibliografía
Bertranou, F. (2019). Reexaminando la informalidad laboral y las políticas para su reducción en América Latina. En Reflexiones sobre el trabajo. Visiones desde el Cono Sur de América Latina en el Centenario de la OIT.
Comisión Económica para América Latina y el Caribe, C. (2020). Trabajadoras remuneradas del hogar en América Latina y el Caribe frente a la crisis del Covid-19. Obtenido de https://www.cepal.org/pt-br/notas/cepal-destaca-que-trabajadoras-hogar-han-sido-mas-afectadas-la-perdida-empleo-pese-ser-un
Comisión Económica para América Latina y el Caribe, C. (2024). Base de datos y publicaciones estadísticas, CEPALSTAT. Obtenido de https://statistics.cepal.org/portal/cepalstat/index.html?lang=es
Delaporte, I., & Pena, W. (2020). Working From Home Under COVID-19: Who Is Affected? Evidence From Latin American and Caribbean Countries. CEPR COVID Economics 14, Available at SSRN: https://ssrn.com/abstract=3610885.
Dingel, J., & Neiman, B. (September de 2020). How many jobs can be done at home? Journal of Public Economics, Volume 189.
International Labour Organization, ILO . (2023). Women and men in the informal economy: A statistical update. 44.
International Labour Organization, ILO. (2024). Statistics on the informal economy. Obtenido de https://ilostat.ilo.org/topics/informality/#
International Monetary Fund, IMF. (2019). Labor Market Dynamics and Informality over the Business Cycle in LAC. 10.
Tutiven-Desintonio, C. (2020). La crisis de COVID-19 en los países emergentes y en desarrollo . Nexos, https://economia.nexos.com.mx/la-crisis-de-covid-19-en-los-paises-emergentes-y-en-desarrollo/.
