Los insignificantes decrecimientos de pobreza: la planificación como pilar fundamental

En la última rueda de prensa, el oficialismo resalto a través de su vocera que: “220.000 personas salieron de la pobreza” entre junio de 2024 y junio de 2025, presentando como evidencia la reducción de la tasa de pobreza por ingresos de 25,5% a 24,0%, según el INEC (2025). Sin embargo, si lo examinamos de manera detenida podemos revelar; primero que este descenso no es estadísticamente significativo, ya que el propio INEC establece que la diferencia está dentro del margen de error de ±1,8 puntos porcentuales para este indicador (INEC, 2025, p. 5); y segundo el abrir un cuestionamiento hacia planificación y el cumplimiento de las promesas de estado.

Más preocupante resulta la comparación histórica y regional. Antes de la pandemia, Ecuador presentaba tasas de pobreza cercanas al 22% (junio 2019), y la pobreza extrema rondaba el 8%. Tras el shock de 2020, los niveles de pobreza se dispararon a 35,4%, y la pobreza extrema a 14,9%. Aunque en 2022 y 2023 se observaron caídas relevantes, el país no ha logrado retornar a los niveles pre-pandemia y, de hecho, el avance reciente es débil e insuficiente en comparación con países pares de la región andina. Por ejemplo, Perú redujo su pobreza al 27,5% en 2023, partiendo de un nivel superior al ecuatoriano tras la pandemia (INEI Perú, 2024), mientras Colombia logró una caída a 29% ese mismo año (DANE Colombia, 2024).

Como se observa en la Tabla 1, los niveles de pobreza y pobreza extrema han oscilado significativamente desde 2019, sin que los avances recientes superen los márgenes de error estadístico ni la media regional.

Principales indicadores de pobreza y empleo, Ecuador, junio 2019-2025

Año	Pobreza (%)	Pobreza Extrema (%)	Empleo Adecuado (%)	Gini	Pobreza Urbana (%)	Pobreza Rural (%)
2019	21,7	7,9	39,8	0,457	13,7	44,6
2020	35,4	14,9	28,2	0,511	25,2	60,7
2021	32,2	12,5	32,5	0,492	24,7	54,7
2022	25,0	10,7	36,9	0,471	15,4	44,0
2023	27,0	10,8	34,9	0,466	16,9	46,7
2024	25,5	10,6	35,4	0,462	15,7	43,3
2025	24,0	10,4	35,9	0,458	15,7	41,7

Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC, varios años; ver referencias). Elaboración: Kevin José Collaguazo

**Fuente:** Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC, varios años). Elaboración: Kevin José Collaguazo

En cuanto a las condiciones estructurales del mercado laboral y la desigualdad, la situación es aún más desafiante. El empleo adecuado apenas aumentó de 35,4% a 35,9% en el último año, y el coeficiente de Gini —medida central de la desigualdad de ingresos— solo se redujo marginalmente de 0,462 en 2024 a 0,458 en 2025, según cifras oficiales (INEC, 2025, p. 12). Es decir, la mejora en pobreza no es propiamente acompañada por avances significativos en reducción de la desigualdad, ni por transformaciones del mercado laboral que garanticen ingresos estables y suficientes para la mayoría. A esto se suma el hecho de que la tasa de pobreza extrema apenas decrece de 10,6% a 10,4%, lo que indica que el segmento más vulnerable de la población se mantiene prácticamente igual, pese al discurso gubernamental de éxito.

El contexto de la meta oficial establecida por la Secretaría Nacional de Planificación para 2025 —llegar al 20% de pobreza— evidencia una brecha estructural y una evidencia perenne del no cumplimiento de Estado. Para alcanzarla en los próximos 12 meses, el ritmo de reducción debería ser de al menos 4 puntos porcentuales anuales, cifra nunca lograda en la serie histórica desde la dolarización. Además, el informe oficial del INEC muestra que las brechas urbano-rurales se mantienen: mientras la pobreza urbana cayó de 18,4% a 15,7% (-2,7 puntos), la rural solo descendió de 43,3% a 41,7% (-1,6 puntos), manteniendo una distancia superior a 26 puntos porcentuales entre áreas. Así, lejos de estar frente a un éxito generalizado, el Ecuador sigue exhibiendo profundas desigualdades territoriales y sociales que limitan el verdadero alcance del desarrollo y la inclusión social (INEC, 2025, pp. 6-8). Sin una política de economía planificada orientada a transformar y mejorar el acceso a empleo de calidad, reducir la informalidad y potenciar la inversión social en el área rural, el discurso triunfalista noboista carece de sustento técnico y político, lo que resulta poco sostenible como verdad en el tiempo.