Esta entrada forma parte de la serie “Introducción a la MMT. Una traducción”, cuyo índice se encuentra disponible aquí. En esta entrada, en particular, se hace referencia a las respuestas presentadas a los comentarios realizados al blog #2 en su versión original. Las respuestas originales, realizadas por L. Randall Wray en su idioma (en julio de 2011), se encuentran disponibles aquí.
Un lector perspicaz nos escribió: «Creo que la MMT necesita alguien que haga lo que Charles Darwin haya hecho»
Bueno, Darwin escribió «El origen de las especies». Un gran libro. No es algo que tu inmigrante sin hogar conductor de taxi Burger King promedio lea. Sí, alguien necesita enseñar evolución a los conductores de taxi. RAyos, desearía que alguien enseñara evolución a mis oficiales del Directorio Escolar de Kansas – quienes la desechan como «sólo una teoría» que, obviamente, no constituye competencia frente a la historia de la creación, que es, en comparación, incontrovertiblemente cierta. (NdT.: que esto no distraiga al lector, no necesita tomar bandos al respecto para continuar leyendo; es más, si ha llegado hasta aquí, confío en que investiga todo lo que puede y contrasta todo lo que lee; usted es la razón por la que incorporamos enlaces a información primaria siempre que es posible).
Pero necesitamos el libro «El origen de las especies» antes que los profesores y divulgadores y abogados litigantes del «Monkey Trial» (quienes, por supuesto, perdieron el caso) pudiesen ganar en la corte de la opinión pública.
La Introducción a la MMT responde a la necesidad de una exposición coherente y desde el principio. Varias veces he pedido paciencia. La he pedido tanto por aquellos que prefrirían salir a als calles a divulgarlo como por aquellos que quisieran todo explicado súbitamente. Si al final de este año quieres tu dinero de regreso, habrá devoluciones de sus importes. Si no necesita de esta Introducción, es mejor que prosiga con su propia organización de contenidos. Si no está interesado en la MMT, es mejor que busque en otro lugar. Pero si lo que busca es una Introducción clara y coherente, que comienza en el principio, usted ha encontrado la URL correcta.
Ahora a los comentarios sustantivos.
Identidades contables. Sabía que tendríamos escépticos. Hay dos tipos de preocupaciones.
En primer lugar están aquellos que son escépticos de cualquier identidad. Para ellos, este asunto se ve como si hubiésemos puesto dos conejos en un sombrero, luego hemos jalado para sacar esos dos conejos, y aún así esperamos los aplausos. O, es como decir que 2+3=5 y que en la matemática con base 10 no puede haber otro resultado. ¿Manipulamos los resultados?
Bueno, en cierto sentido, lo hicimos. Primero eliminamos los helicópteros en camuflaje que tiran bolsas de dinero en los patios en medio de la noche. Luego descartamos los gastos por algo que va «a ningún lado» – es decir, gastos que no son recibidos por nadie. Finalmente, descartamos los gastos que no tienen la forma de un «pago». Si la economía en su conjunto se reduce a ti y a mí (yo soy Robinson Crusoe, tú Viernes, o al revés), entonces, si yo gasto, tú recibes ingresos. Su tú gastas, soy yo el que recibe ingresos. Puedo consumir o ahorrar, y tú puedes consumir o ahorrar. Denominamos nuestro consumo e ingreso y ahorros y superávits y déficits en «dólares» y registramos las transacciones haciendo trazos en una enorme roca en el estanque. Hemos descubierto la contabilidad de doble entrada y la usamos porque es una manera accesible de mantener el registro. (Confiamos el uno en el otro, pero tenemos mala memoria. Acepto tus IOUs denominados en dólares, y tú aceptas los míos.) Muy bien, así que ese es el escenario – los conejos y el sombrero. Nada bajo la manga.
Me contratas para recolectar cocos de tus árboles, y yo te contrato para atrapar peces en mi estanque. Tú posees los cocos, yo los peces – debido a nuestros derechos de propiedad sobre nuestras respectivas propiedades; como trabjadores, sólo tenemos derecho a nuestros salarios. (¿No es grandioso el capitalismo?) Cada uno de nosotros trabaja 5 horas por un dólar la hora. Registramos esto en nuestra hoja de balance, esa que se encontraba en la gran roca: tu activo financiero es mi IOU; mi activo financiero es tu IOU. Al final del primer día, cada uno de nosotros tiene un ingreso de $5 (registrasdos en las columnas de nuestros activos) y cada uno emitió IOUs para pagar salarios por $5 (registrados en las columnas de nuestros pasivos). (En mi hoja de balance, tengo tus $5 IOU como mis activos; y he emitido mis IOU hacia ti por $5, que registro en mi columna de pasivos. Y al revés).
Ahora quiero comprar cocos y tú quieres comprar pescado. Yo «pago» por los cocos devolviéndote tus IOUs o emitiendo un nuevo IOU. Tú «pagas» por el pescado devolviéndome mis IOUs o emitiendo tuyos nuevos. Digamos que consumo cocos por un valor de $5 (Te regreso todos tus $5 de IOUs – tachando el espacio correspondiente de la Gran Roca) y tú consumes pescado por un valor de $4 (regresándome $4 de mis IOUs y conservando $1) porque tú eres más frugal.
Al fin y al cabo, tengo $5 en cocos pero he tenido que emitir un IOU de $1 (usé todo mi ingreso, los $5 de salario, y tú todavía tienes $1 de mis IOU porque no gastaste todo tu salario); tienes $4 en pescado más $1 que te queda de tu salario (lo que equivale a tu ahorro financiero). Mi déficit es $1 y tu superávit (o ahorro) es $1. Son iguales (no por arte de magia – pusimos los conejos en el sombrero), y, de hecho, tus ahorros toman la forma de una obligación monetaria sobre mí (mi deuda). Cuando sacamos los saldos de todas las obligaciones, lo que nos queda son las cosas reales (cocos y peces).
Sólo para estar seguros, en este análisis hemos dejado de lado muchas de las cosas interesantes de nuestra economía – no hay bancos, ni gobierno, ni billetes, ni nada por el estilo. Todo lo que hicimos fue un pequeño juego de IOU (te debo) y UOMe (me debes). Pero demostramos la simple conclusión del balance sectorial: el déficit financiero de un sector (yo) es igual al superávit de otro (tú). Y una vez que hemos sacado los saldos de estos déficits y superávits, lo único que nos queda es cosas reales (peces y cocos). No hay magia en ello.
Y sí, todo podemos acumular términos reales (no financieros). Por ejemplo, podemos tener nuestros propios cultivos en nuestros jardines, y acumular maíz que no tiene ninguna contrapartida en un pasivo financiero. La mayoría del tiempo que los humanos hemos estado en este planeta (después de la evolución de Darwin), nos las arreglamos sin moneda. Nos alimentábamos, nos vestíamos, nos cuidábamos, peleábamos entre nosotros. Pero, en mucho, la «Introducción a la Teoría Monetaria Moderna», tendrá que ver con moneda, dinero – es decir, la contraparte financiera, y es allí donde todo déficit es contrarrestado por un superávit igual (en algún lugar) y toda deuda es atesorada por otro como su riqueza financiera – así que el saldo es cero. En términos de nuestra analogía del Lago Wobegone, podemos acumular en términos reales (todos tenemos un coeficiente intelectual por encima de cero), pero el saldo de nuestras finanzas es cero (nuestros coeficientes se promedian en el – bueno – promedio).
En segundo lugar, algunos lectores han preferido presentarnos identidades alternativas. Y claro que puedes hacerlo. Podemos elegir dividir en sectores alternativos: en lugar de dividir en sector privado nacional + gobierno + sector externo, podríamos dividirlo de acuerdo al color del cabello: rubios + morenos + pelirrojos + azul, castaño, plateado, etc… Para los propósitos de la Introducción (lo que será más claro en los siguientes blogs) nuestra división resulta más útil. No es poco común el separar el sector externo bajo la premisa que (en la mayoría de los casos) usa otra moneda (de hecho, muchas otras monedas), así que nos adentraremos en los tipos de cambio. Tampoco es inusual separar el gobierno del sector privado, y es particularmente útil en la discusión acerca de la «moneda soberana» – que, después de todo, es el principal objetivo de esta Introducción. Por conveniencia, hemos añadido los gobiernos locales al gobierno central, a pesar que es sólo el gobierno central el que puede emitir moneda soberana. Lo que sí es inusual, admitámoslo, es juntar hogares y empresas (además de las organizaciones sin fines de lucro). Esto lo hacemos, en parte, debido a limitaciones en la información – algunos datos son recogidos de esta manera.
Un lector notó que comúnmente se suele empezar con la ecuación del PIB (PIB = consumo + inversión+ gasto público + exportaciones netas; esto es igual al ingreso nacional bruto). Sin desviarnos demasiado, el PIB viene de las NIPA (NdT.: National Income and Product Accounts, para abreviar, las cuentas nacionales en Estados Unidos de América), que tienen algunas desventajas conocidas para aquellos que nos preocupamos acerca de la consistencia flujo-inventario (que será el tema de algunos blogs futuros). Estas cuentas realmente imputa ciertos valores a cosas cuya suma no cuadra (una «discrepancia estadística» grande y sucia es usada para lograr mantener la ecuación). Sólo para poner un ejemplo: la mayoría de los norteamericanos poseemos nuestras casas, pero ciertamente todos «consumimos» lo que se conoce como «servicios de vivienda y alojamiento» – el mero disfrute de tener un lugar en el cual resguardarse durante una tormenta. Así que los estadísticos «imputan» (generan algún valor económico para ese disfrute), y lo suman al PIB. Lo que no nos gusta acerca de ello es que uno realmente no tiene que «pagar» por el consumo de «servicios de vivienda y alojamiento» por nuestra casa propia (digamos, ya pagaste tu hipoteca hace cinco años, pero el estadístico registra $12.000 como valor por el disfrute que consumiste este año). Otra área que es problemática es acerca del tratamiento del ahorro. Normalmente, esto puede ser hecho de dos formas: el ahorro es residual (tu ingreso menos tu consumo) o es una acumulación que se añade a tu riqueza. En muchos cálculos, cuando existe un boom en los precios de los bienes raíces, el valor de las viviendas aumenta, lo que significa que nuestra riqueza aumenta, lo que debe significar que nuestro ahorro aumenta. Sin embargo, no hubo ninguna fuente de ingreso que nos permitió ahorrar en términos financieros.
Dado que esta Introducción tiene mucho que ver con la «contabilizar» todo gasto, todo ingreso, todo el consumo, y todo el ahorro, no queremos incluir esos valores imputados que no tienen una contraparte en el flujo financiero. Así que preferimos trabajar desde las cuentas de flujo, que tienen consistencia inventario-flujo (o, al menos, se acercan a esa consistencia). Ahora, en realidad, las cuentas nacionales se encuentran muchos más disponibles en muchos más países con respecto a la información de cuentas de flujo, así que a veces usamos la ecuación del PIB en lugar de la ecuación de nuestros balances sectoriales. Aquí está la comparación:
Balance del sector privado nacional + Balance del sector público + Balance del sector externo = 0
(Ahorros – Inversión) + (Impuestos – Gasto público) + (Importaciones – Exportaciones) = 0
Pueden ver que son aproximaciones razonables. Aproximadamente, si el ahorro privado es mayor que las inversiones, entonces el sector privado tendrá un superávit; si la recaudación tributaria es menor que el gasto público, el sector público tendrá un déficit; y si las importaciones son mayores que las exportaciones, el sector externo (los otros) tendrá un superávit. Podemos ser aún más meticulosos y añadir las transferencias gubernamentales (cosas como las compensaciones por desempleo que se añaden a los ingresos del sector privado) y la renta internacional de factores (el flujo de ganancias que nuestras empresas reciben desde el exterior). Pero no lo haremos aquí. Normalmente trabajaremos desde los balances sectoriales (es decir, cuentas de flujo) y no desde la ecuación del PIB (cuentas nacionales) pero ustedes pueden hacer gimnasia mental si quieren realizar esa conversión.
Uno de los comentarios se preguntaba la razón por la que llamamos «balance» un «desbalance»: por ejemplo, si el sector privado tiene un déficit, ¿por qué no nos referimos a él como el «balance» (o saldo) del sector privado? Bueno, usted tiene un «balance» de cuenta corriente que seguramente es positivo. Si firma un cheque por un monto mayor a su «balance» y si tiene cobertura automática de sobregiros, entonces, ¡usted tendrá un «balance» negativo en su cuenta! Así que, el «balance» puede ser positivo, cero o negativo para cada sector.
Una anotación final acerca de las ANAF (Adquisición Neta de Activos Financieros): sólo diría que ANAF es el término común utilizado en la literatura que toma en cuenta la consistencia inventario-flujo que, si Ramanan está en lo cierto, irónicamente comenzó en el Reino Unido. Pueden referirse al artículo de Zezza que, independiente de la MMT, utiliza la misma terminología. Más allá, es un término absolutamente consistente con las magnitudes contables que queremos usar, al mismo tiempo que no existe ninguna razón para utilizar los nombres en exactamente la misma manera que los utilizan en las cuentas de un país en particular («ahorro neto» puede ser otro ejemplo).
Gracias por los comentarios. Sigan comentando. Esperen el Blog 3 el próximo lunes.
Este tipo de contenido, contabilidad y economía básica deberían dictarse en las escuelas en todos los niveles, para que desde jóvenes la población entienda el valor de la monetización
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La formacion cada vez esta mas anticuada y hay que formarse en grados y posgrados.
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