Banco Central, Divisas, Economía política

El riesgo moral del Expreso

En su editorial institucional de ayer, el diario Expreso se refiere a las reservas internacionales y reflexiona sobre los balances del banco central.

En este artículo se producen omisiones e imprecisiones que inducen a error en los lectores. Desmenuzaremos el editorial para mostrar cada uno de los errores cometidos y cada una de las omisiones.

«El Gobierno nacional decidió, en el gobierno pasado, obtener recursos del Banco Central para financiar sus operaciones y las de la banca pública.» Esta frase busca diferenciar al gobierno pasado del gobierno actual. Omite mencionar que este gobierno también ha obtenido recursos del Banco Central para financiar sus operaciones y las de la banca pública. Por una parte, por ejemplo, se ha destinado $185 millones para financiar vivienda. Por otra parte, por ejemplo, se ha destinado $10 millones para dar créditos a las víctimas de violencia de género.

También omite mencionar que los recursos que el Banco Central ha colocado, tanto en el Ministerio de Finanzas como en los bancos públicos de desarrollo, han sido útiles para bajar tasas de interés, expandir los créditos productivos, respaldar a las instituciones de la Economía Popular y Solidaria, y pagar oportunamente a los proveedores del Estado. Esta gestión de la liquidez puede resultar tremendamente molesta a quienes, de alguna forma, se encuentran interesados en mantener altas tasas de interés, concentrar el crédito en el consumo y el microcrédito de capital de trabajo, y evitar que las zonas rurales generen procesos sostenibles de manejo de sus recursos. Aquellos que prefieren ciudadanos desesperados buscando créditos de corto plazo para apalear emergencias, que créditos productivos de mediano y largo plazo que les den independencia.

Hasta este punto, casualmente, omite mencionar que en gobiernos pasados, era la banca privada la que obtenía recursos del Banco Central «independiente» para llevarlos fuera del país o para auto-otorgarse créditos vinculados.

«En el régimen de dolarización, sin embargo, el Banco Central no es el dueño de los dólares, sino que simplemente actúa como depositario de las instituciones del Estado (incluyendo el Gobierno central, los locales, las empresas públicas, y el IESS) y del encaje bancario.» En esta oración comienza a estipularse la principal falsedad. Es cierto que el BCE es depositario de entidades públicas y de entidades financieras privadas. Pero argumentan que el BCE «no es el dueño de los dólares» usados «para financiar» al gobierno. El BCE no usa los «dólares» de la reserva internacional para financiar al gobierno. Se suele pensar que el BCE moviliza un camión de dinero «sacándolo» de las reservas internacionales y se los entrega al gobierno. Esto no ocurre así. El BCE simplemente firma un contrato con (o compra un certificado de tesorería del) Ministerio de Finanzas.

Asumamos un préstamo de $185 millones. Este contrato aumenta el activo interno del Banco Central en $185 millones. Y el Banco Central acredita $185 en la cuenta que el Ministerio de Finanzas tiene abierta en el Banco Central. De esta manera, aumenta el pasivo interno del Banco Central porque ahora uno de sus depositantes, el Ministerio de Finanzas, tiene $185 millones más en su cuenta. En ningún momento se toparon los «dólares» de las reservas internacionales por esta operación, resulta absurdo suponer que pudieron haber disminuido.

«Es por ello que, cuando este le entrega liberalmente recursos al Gobierno, y, por instrucciones del Gobierno, a la banca pública, lo que hace es correr traslado del riesgo al resto de los ecuatorianos.» Esto no es cierto, el financiamiento al gobierno o a la banca pública por sí misma no aumenta ningún riesgo para el resto de los ecuatorianos. Es más, por sí misma, esta operación puede disminuir riesgos de liquidez en la cadena de pagos de la economía interna. El gobierno puede contar con nueva liquidez, pero necesaria para pagar a proveedores y estos a sus proveedores y trabajadores, y así sucesivamente. Cuando el Ministerio de Finanzas paralizó el pago a proveedores en el año 2015 y, en un primer momento, no acudió al Banco Central, la economía real se perjudicó muchísimo.

El riesgo, para el Banco Central (no para el común de los ecuatorianos), está en lo que ocurra con los recursos financiados. Continuemos con el ejemplo. Si el Ministerio de Finanzas utiliza $100 millones de los $185 millones para pagar a proveedores, se debitan los $100 millones de la Cuenta del Ministerio y se acreditan en diversas cuentas (asumamos pagos de $100.000 cada uno) que los proveedores tienen en el sistema financiero nacional. El Banco Central deposita este dinero en la cuenta del banco comercial correspondiente, indicándole la cuenta personal del proveedor al que le debe ser entregado. Desde la perspectiva del Banco Central, no han sido afectadas las reservas internacionales. Todo lo que he detallado hasta ahora son movimientos «en los libros» del Banco Central: el Ministerio de Finanzas tiene $100.000 menos depósitos y el banco comercial tiene $100.000 más depósitos. No ha hecho más que transferir dinero entre sus clientes.

Si un banco comercial «no confía» en el Banco Central, o por cualquier otra razón de tesorería, decide que prefiere tener ese dinero afuera, ordena una transferencia al exterior, digamos Panamá, por $100.000. El Banco Central obedece la orden del banco comercial y ahí sí usa los dólares de las reservas internacionales para mandarlos a Panamá. También procede a debitar los $100.000 de los depósitos del banco comercial en el BCE.

De igual manera, si el proveedor decide enviar $50.000 dinero al exterior porque compró insumos para su producto, su banco debe debitar $50.000 de los depósitos su cliente, el Banco Central debita $50.000 de los depósitos del banco comercial en el BCE y ahí sí el Banco Central usa $50.000 de los dólares de la reservas internacionales para enviarlos al extranjero.

De forma similar, si el gobierno utiliza ese dinero para comprar gasolina o para pagar deuda externa, el Banco Central debe debitar las cuentas del Ministerio en el Banco Central y ahí sí el BCE debe usar los dólares de la reserva internacional para transferir al exterior.

Es decir, las reservas internacionales disminuyen porque se dan transferencias al exterior, sean por fuga de capitales, por importaciones, por servicio de la deuda externa o por cualquier razón, sean estos dineros públicos o privados. El ratio Reservas Internacionales / Depósitos en el BCE es un indicador de alerta, pero si no se refiere a la transferibilidad internacional, es un indicador incompleto. Lo que nos dice ese ratio es que si todos los depositantes del BCE deciden transferir al exterior, en un período dado, una cantidad mayor a la que hay en reservas, el Banco Central no podría cumplir las órdenes de pagos internacionales. Dependiendo de la razón o circunstancia, esto podría significar incurrir en default.

Cuando nos preguntamos la razón por la que las reservas internacionales disminuyen, culpar a las inversiones locales del Banco Central es sólo un elemento disuasivo para evitar señalar los recursos que son transferidos o depositados en el exterior, que son significativamente más cuantiosos.

«Actualmente, la Reserva Internacional (mal llamada de libre disposición) cubre tan solo una parte de los pasivos (esto es obligaciones) exigibles, incluyendo los dineros de los depositantes de las instituciones financieras.» Esto podría parecer alarmante, pero deberíamos preguntarnos si esto realmente le impide al Banco Central cumplir con sus obligaciones. Convenientemente se omite mencionar que, mientras la reservas del Banco Central cubren el 42% de sus obligaciones con los bancos privados, los bancos manejan ratios mucho menores con respecto a sus pasivos líquidos – sus obligaciones con sus depositantes, esos sí, personas comunes.  Adicionalmente, el sistema financiero nacional cuenta con un Fondo de Liquidez – mayor a las reservas internacionales – para cubrir contingencias. El riesgo, nuevamente, se encuentra en el sector externo. Probablemente no debamos satanizar las importaciones, pero sí conviene alertar que reducciones mayores de la reserva internacional obligan a pensar en formas de priorizar qué pagos al exterior contribuyen a fortalecer la dolarización y cuáles la debilitan.

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