Banqueros, Economía política

Las (des)esperanzas alrededor del caso GEA

En octubre del anterior año estalló el escándalo de los débitos no autorizados por parte de la compañía GEA, al cual este Observatorio ha dedicado algunos artículos. Cerca de 9 meses después, nada parece haber sucedido.


Quizás por una excesiva confianza en la vocación y la coherencia – considerando que el mayor accionista de uno de los bancos involucrados se declara católico, que el accionista de otro de los grupos financieros también se declara católico, y que el principal banco involucrado tiene como accionista a una institución pública, sin mencionar que un accionista de la principal empresa involucrada era un servidor público – me permití tener grandes esperanzas en la reacción de los actores principales vinculados al caso GEA.

En mi opinión, la primera acción más apropiada era convocar a todos los clientes para que renueven los seguros aparentemente contratados y, si estos no renovaban, dar por culminada cualquier supuesta relación contractual y parar los débitos – con una revisión de los montos debitados y una razonable reparación -. Seguramente aquellos que requirieran el servicio no tendrían problema en acercarse a las oficinas y los bancos contarían con los respaldos escritos (los únicos válidos) para justificar sus operaciones. Así me permití sugerirlo en su momento.

Para no adoptar una medida similar, no se puede aducir que existiera una preocupación por dejar a los «beneficiarios» desprovistos de un servicio, porque existen serias dudas de que el servicio fuera real. No existía un número de teléfono para emergencias, tanto es así que los usuarios tuvieron problemas para conseguir un número de teléfono al cual comunicarse para presentar sus quejas. La página de GEA Internacional, que era la única disponible cuando estalló el escándalo, no precisa ninguna forma de contacto en caso de emergencia, y ni esta, ni el más reciente blog de GEA (que si contiene un número de contacto) contienen información acerca de los prestadores del servicio (clínicas, doctores, contratistas…) o los detalles de cobertura.

De una forma que me resulta inexplicable, aún no se encuentra responsables ni medidas de reparación en un caso de débitos no autorizados que se estima afectan a la sociedad en cerca de USD 550 millones anuales y, lo que resulta peor, los débitos se siguen realizando como si nada hubiese sucedido. Ninguno de los representantes de las Cámaras se ha manifestado acerca de la seguridad jurídica en este caso: hay conceptos de los cuales se abusa a conveniencia.

Ninguno de los accionistas de los bancos y las aseguradoras ha actuado a la altura. Ninguno de los dirigentes empresariales ha mostrado virtudes que ya parecen de otro tiempo. Los medios de comunicación masivos no han dado la más mínima cobertura a los pocos afectados que se han organizado para exigir sus derechos. Los individuos hemos sufrido la ausencia de las estructuras intermedias. Todos se han mostrado mucho más adeptos a dejar pasar el escándalo hasta que se enfríen las aguas. Y mientras tanto, nos tienen discutiendo (realmente ni eso) derechos de bragueta.


Nota: imagen corresponde a un extracto de la ilustración del canto séptimo del Infierno de Dante Alighieri (avaros y pródigos), de Giovanni Stradano, 1587. Disponible por Wikimedia Commons.

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