La inversión extranjera está llamada a cumplir dos objetivos fundamentales: mejorar la situación de la liquidez en la economía y desarrollar nuevas capacidades con transferencia tecnológica.
En el presente artículo se hará una breve exploración acerca del papel de la inversión extranjera en la consecución del primer objetivo, que es particularmente importante en una economía dolarizada, porque su liquidez interna depende de la cantidad de dólares que puedan ingresar (y evitar salir) de su economía.
Previamente, es indispensable mencionar que no se cuenta con un instrumento contable que permita cuantificar la inversión extranjera. La aproximación más cercana es la Inversión Extranjera Directa, que, además, es la estadística más citada en los medios, pero esta incluye varios rubros que no podrían ser considerados como inversión desde la perspectiva macroeconómica (como, por ejemplo, las transferencias de dominio, tal es el caso de la compra de Monsanto por Bayer, que sería contabilizada como inversión extranjera directa aunque no significa ninguna modificación más que la transferencia del título de propiedad) y que no necesariamente significan ingreso de recursos a la economía nacional (pueden depositarse los fondos en bancos extranjeros). Próximamente una discusión más detallada sobre estas diferencias.
Ahora sí, entremos en materia.
Como es la naturaleza de toda inversión, esta espera obtener rendimientos que son repatriados a las naciones en las que los inversionistas depositan sus recursos; en este sentido, la inversión es un flujo presente de recursos que antecede a un flujo, muy probablemente mayor, de recursos en el futuro, por ello es importante tomar en cuenta tanto los rubros de inversión extranjera directa como los de renta pagada por inversión directa.

Fuente: Banco Central del Ecuador, 90 años de Información Estadística.
Elaboración propia
Los flujos entrantes de inversión no necesariamente compensan los flujos salientes de renta de las inversiones previas. De hecho, en 9 de los 17 años graficados, el saldo ha sido negativo.
Y las rentas no son los únicos flujos salientes por parte de las inversiones. Existe un pernicioso entramado legal supranacional que pervierte la inversión extranjera convirtiéndola en una amenaza para los pueblos receptores, y de ello se aprovechan empresas multinacionales que demandan a los Estados, tal y como le ha ocurrido al Ecuador en el caso Oxy: esta empresa empezó a invertir en el país en 1985; aunque no se dispone de datos públicos respecto a los montos de inversión, la inversión extranjera directa total que ingresó al Ecuador entre 1985 y 1990 (incluyendo inversiones de otras empresas petroleras) ascendió a USD 707 millones; esta cifra es absolutamente superada por una decisión arbitral que significó al Ecuador el pagar USD 1061 millones, decisión que ha sido cuestionada ampliamente (una reseña del caso Oxy en este link y en este, y más detalles sobre el entramado legal aquí).
Por supuesto, la inversión extranjera podría colaborar al ingreso de divisas a través de mejoras en la productividad que aumenten exportaciones y disminuyan importaciones, o requieran de insumos industriales nacionales activando cadenas productivas internas. En definitiva, cumpliendo con el segundo objetivo fundamental de desarrollar nuevas capacidades con transferencia tecnológica. Pero ello se revisará en un próximo artículo. [Actualización, ya disponible el próximo artículo, aquí]
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