Economía política

Cuidado!!! Propuestas desde la Economía del Mundo Imaginario

En junio del año 2000 un grupo de estudiantes universitarios franceses reaccionaron frente a lo que denominaron Autisme-économie [«economía autista», trad. libre], a la cual caracterizaron por una falta de realismo en la enseñanza de la economía, un uso de las matemáticas sin referencia al mundo real, el dominio represivo de la teoría neoclásica, y una enseñanza dogmática de la economía. Sus críticas encontraron eco en distintas partes del mundo, desde Australia hasta Estados Unidos, no sólo como respuesta a las falencias en la enseñanza de economía en el ambiente universitario, sino también por las consecuencias que esta enseñanza dogmática tenía en las propuestas de política pública imperantes, que no ofrecían ninguna solución a los problemas del mundo real, sino un conjunto de recetas que no atendían ni a la lógica, ni a la evidencia ni al sentido común, sino criterios de aceptación dentro de la tribu, una falsa pretención de ciencia con la utilización de métodos sofisticados pero inaplicables al mundo real, o, lo que es peor, conflictos de interés y corrupción.

Lastimosamente, 19 años después, todavía nos encontramos con propuestas de esta Autisme-économie, o propuestas que funcionarían muy bien exclusivamente en un mundo imaginario.

Estas propuestas se pueden resumir en:

No responde a la lógica:

Pues es contraria a los principios de contabilidad nacional.

Nos basaremos en el modelo de tres brechas, que no es más que un reordenamiento de las identidades contables de las cuentas nacionales. El modelo se resume en la siguiente ecuación:

(Y-C) + (T-G) + (X-M) = I

Donde

  • Y es el ingreso de los hogares y empresas nacionales
  • C es el consumo de los hogares y empresas nacionales
  • I es la inversión nacional
  • T son los ingresos del gobierno
  • G son los gastos del gobierno
  • X son las exportaciones
  • M son las importaciones

Por tanto, el primer paréntesis es el superávit (o déficit) privado o ahorro nacional, el segundo paréntesis es el superávit (o déficit) fiscal o ahorro público, y el tercero es la balanza externa. De esta forma quedan representados los hogares y empresas, el sector gubernamental y el sector externo en un período de tiempo determinado, generalmente un año. No es un modelo de causalidad, sino de compensación. El resultado de cualquiera de los paréntesis debe ser compensado con los otros para sostener la inversión (no la especulativa, la productiva), que es, finalmente, el capital que permite aumentar la producción. Si la inversión va disminuyendo, eventualmente la producción también lo hará, y con ella el consumo, el empleo y los salarios.

La primera conclusión de este modelo es que no puede mantenerse el superávit privado y el superávit fiscal si, al mismo tiempo, no se logra un superávit comercial. Juguemos entonces con las propuestas de nuestro ejemplo:

¿Cuáles serían los efectos de la movilidad de capitales? Se supone que aumenta la inversión, pero vemos que hay tres formas de aumentar la inversión: aumentar el ahorro privado nacional, aumentar el ahorro público o aumentar las exportaciones. Otra de las recetas es el control del gasto público, por lo que se espera que esta variable sea cada vez menos significativa. En una economía pequeña y abierta como la nuestra, las exportaciones dependen más bien de los precios internacionales, que son difíciles de predecir, así que tampoco es una variable que se pueda controlar. Reducir importaciones resulta difícil cuando lo que se propone es liberalización del comercio. Lo que nos queda es el ahorro nacional, que puede aumentar de dos formas: aumentando los ingresos nacionales o disminuyendo el consumo, pero ¿y si la inversión extranjera no viene en forma de formación de capital sino por participación en franquicias o transferencias de dominio? Entonces el único resultado posible es la disminución del consumo, es decir, la erosión de la demanda interna, que puede operarse mediante la disminución de salarios reales. Un apunte: los flujos de capital hacia el extranjero (que no serían controlados) no constituyen ahorro privado, sino que se comportan de forma similar a las importaciones, como «transferencias netas al sector externo» o «compras de activos no físicos al sector externo».

El resultado entonces es una disminución neta de la inversión nacional.

3b-Liberalización CC¿Cuáles serían los efectos de la liberalización del mercado de mercancías? en una economía pequeña como la nuestra, con precios volátiles de materias primas y productos agrícolas, y con escasa industrialización, lo más predecible es un aumento de importaciones, lo cual deberá ser compensado o con un aumento del gasto público (que ya vimos que contradice a las propuestas) o con un aumento del ahorro privado. Para que exista un aumento del ahorro privado, los ingresos (tanto de las empresas como de los hogares) tienen que subir más que el consumo, que probablemente crezca con las importaciones. A menos que las materias primas que exportamos valgan más que los productos intermedios e industrializados que importamos, es decir, una revolución copernicana en la distribución de la renta dentro de las cadenas globales de valor, este escenario parece tremendamente improblable. Otro apunte: el ahorro privado en el modelo de tres brechas incluye tanto a las empresas como a los hogares, así que un aumento de la rentabilidad de las empresas basado en una reducción de los salarios, rentas y participación en utilidades de los hogares no constituyen un aumento de renta del sector privado en su conjunto, sino sólo una redistribución interna (sin tomar en cuenta los efectos que la reducción de salarios pueda tener en la demanda interna).

De alguna forma, con la vigencia del Acuerdo con la Unión Europea, ya estamos viviendo los resultados de esta propuesta, donde nuestra balanza comercial con esa zona se ha reducido en más de USD 300 millones en un año, en gran parte gracias al aumento en 300% de la importación de licores y 100% en la importación de automóviles (¿insumos y bienes de capital?).

3b-Liberalización BC

¿Y la reducción del gasto público para generar superávit? Igual, debe ser compensada con un aumento del ahorro privado o una mejora de la balanza comercial. Si la disminución del gasto no se convierte en inversión pública, sino que se transfiere directamente a aumentos del consumo suntuario, o a un aumento de importaciones, generando un efecto perverso en la inversión nacional.

La disminución del gasto público, para generar superávit, puede convertirse fácilmente en una disminución de las ganancias del sector privado (porque disminuye la compra pública, las transferencias a ciudadanos con propensión marginal al consumo alta, y también el consumo de bienes de capital por parte de las familias que requieren un mínimo de estabilidad para planificar). Más perverso es su efecto sobre la distribución de renta: las políticas de austeridad han probado ser erradas, y entre sus efectos se ha encontrado una disminución del producto nacional, aumento de los niveles de violencia, e inclusive aumento de la mortalidad (algunas referencias aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, y aquí).

3b-Reducción G superávit.png

¿Y el endeudamiento externo? La variable de ajuste es el endeudamiento externo. El inusitado énfasis que se pone en el endeudamiento público parece deberse más a estrategias de los especuladores financieros que a una sincera preocupación por la economía nacional. El endeudamiento, particularmente el externo, no es una solución, sino un parche temporal, que compromete la inversión futura y, dado que debería ser pagada con ahorro público futuro, replica el efecto de la reducción del gasto público en cada uno de los siguientes periodos. Cabe recordar que todo dinero es deuda, y lo que importa no es cuánto nos endeudamos, sino en qué moneda y con qué condiciones: el peligro del endeudamiento externo es la presión sobre los activos externos, pero entonces el peligro también proviene de las importaciones y de la repatriación de utilidades de la inversión extranjera.

Mención especial merecen las privatizaciones y concesiones, que, si bien podrían constituir un ingreso inmediato para el Estado, si se refieren a activos estratégicos, tienen un efecto perverso tanto en la provisión de servicios a los ciudadanos como en la descapitalización del Estado. Por tanto, también son un parche temporal que debería ser contabilizado como desinversión y no como ingreso.

No responde a la evidencia:

De hecho, estas propuestas no son nuevas, son similares a las realizadas por el FMI y el BM en sus «ajustes estructurales», que son resumidos en austeridad fiscal, privatización y liberalización financiera. Esto significa que, ventajosamente, la bibliografía acerca de los efectos de estos ajustes es extensa; aquí se recogen sólo algunas fuentes (traducciones y negritas propias):

A nivel mundial, los países en desarrollo que han implementado programas de ajuste estructural han experimentado un crecimiento económico peor que aquellos que se han visto marginados de estos programas. Los países africanos sujetos de estos programas se han desempeñado incluso peor que otros países también inmersos en estos programas; los países africanos sujetos a programas de ajuste estructural han visto disminuir sus ingresos per cápita. Tomará años antes de que estas poblaciones puedan recuperar los ingresos que tenían antes de aplicar los ajustes estructurales. ( Robert Naiman y Neil Watkins, CEPR, 1999)

Las Políticas de Ajuste Estructural han sido impuestas para asegurar el servicio de la deuda y la reestructuración económica. Pero la forma en la que esto pasó ha requerido que los países pobres reduzcan considerablemente su gasto en asuntos como salud, educación o desarrollo, mientras que el servicio de la deuda y otras políticas económicas fueron hechas una prioridad. En efecto, el FMI y el BM han requerido que las naciones pobres rebajen la calidad de vida de su gente. (Anup Shah, 2013; esta fuente en sí misma es una extensa recopilación de otras fuentes, incluyendo a Susan George, J. W. Smith, Larry Summers y Joseph Stiglitz)

Desde 1988, Nicaragua ha aplicado programas de ajuste estructural, incluyendo medidas de estabilización y liberalización. Para 1991, estas medidas tuvieron éxito combatiendo la inflación, pero no llevaron a un aumento en la producción, ni a un mejoramiento de la balanza comercial. El sector manufacturero nicaragüense era especialmente vulnerable debido a una falta de inversión que duró una década, y al ambiente no competitivo en el que las firmas operaban desde los 80s. La combinación de liberalización del comercio con un tipo de cambio sobrevaluado, y liberalización de capitales tuvo, en particular, efectos negativos en la producción e inversión manufactureras. (Geske Dijkstra, 1996)

Sin embargo, los resultados de esta investigación demuestran que la rápida liberalización económica, impuesta por fuerzas externas, del tipo en el cual el Banco Mundial ha insistido, ha llevado a un aumento de las violaciones de derechos sobre la integridad física por parte de los gobiernos. (Rodwan Abouharb y David Cingranelli, 2006)

Si el objetivo original era «ajuste con crecimiento», no existe mucha evidencia de que los préstamos por ajuste estructural generaron, ni ajuste ni crecimiento. (William Easterly, 2005)

No encuentro evidencia de un efecto directo del ajuste estructural en el crecimiento. Los pobres se benefician menos de una expansión de la producción en países con varios préstamos asociados a ajustes estructurales que en países con pocos de esos préstamos. (William Easterly, Banco Mundial, 2000)

El fundamentalismo de libre mercado del Banco Mundial y del FMI ha tenido un impacto desastroso en el desarrollo de África, contrario a los intereses establecidos en los Programas de Ajuste Estructural […]. La estabilidad ha sido alcanzada [en pocos países] a expensas de la inversión doméstica incluso en infraestructura básica, que es fundamental para el crecimiento y desarrollo sustentables.

En un gran número de países africanos la infraestructura básica y la formación de capital humano, que ya era frágil al inicio de los Programas de Ajuste Estructural, se han deteriorado aún más durante el periodo de Ajuste. La capacidad de África para manejar las crisis ha sido disminuida a través de una masiva «fuga de cerebros» y un servicio público desmoralizado debido a una reducción drástica de los salarios, reducciones masivas de personal, un vilipendio implacable por corrupción, y una denigración insensible de su competencia por parte de «expertos» extranjeros y misiones de «construcción de capacidades». La pobreza se ha intensificado a pesar de una recuperación modesta en algunos países africanos, y los indicadores de desarrollo humano (esperanza de vida, mortalidad infantil, matrícula escolar) se encuentran en el peor cuartil. (Kato Gogo Kingston, 2011)

Analizando todos los datos disponibles para el periodo entre 1970 y 1999, identificamos una asociación entre la adopción de programas del FMI y el inicio de guerras civiles. Este descubrimiento sugiere que los programas del FMI, para promover apertura económica, pueden estar creando, sin intención, un ambiente que conduce a conflictos internos. ( Hartzell, Hoddie y Bauer, 2010)

No responde al sentido común:

Finalmente, las políticas públicas responden a objetivos concretos respecto al desempeño de la economía nacional o de atención a grupos vulnerables. Las propuestas desde la economía del mundo imaginario no hace referencia a ninguna de las dos cosas.

Estas propuestas no apuntan a la mejora de la economía nacional, porque no se refieren al fortalecimiento de ninguna capacidad: no hay mejoras en infraestructura, no hay mejoras en tecnología, no hay mejoras en logística ni en generación de proveedores.

Construyen un falso antagonismo entre el Estado y el mercado. No reconocen, ni parecen interesadas en reconocer, la existencia de asimetrías estructurales, que hacen que sin la participación activa de políticas públicas con objetivos concretos, el status quo se reproduzca y amplifique, con sus desigualdades, con sus deficiencias (lo cual es particularmente evidente en la colocación de crédito, concentrado en consumo y en las urbes), con sus caprichos y, particularmente, con sus ineficiencias (que se evidencia en la precarización laboral en productos estrella de exportación).

No procuran generar una sociedad de propietarios, que puedan participar en un mercado libre, sino precisamente concentrar aún más la propiedad y, lo que es más preocupante, el acceso a lo público. Por tanto, el «mercado libre» se convierte en una ficción, pues realmente se encuentra controlado por pocos grupos.

Parecen confiar demasiado en el azar, suponiendo que las fuerzas del mercado, en una suerte de orden anárquico, fueran a crear un mundo idílico, pero para ello asumen una idea de libertad que no contempla ninguna responsabilidad con los congéneres y con la sociedad. (¿O será quizás que no dejan nada al azar, sino que responden a otro tipo de control?)

Volvamos a la economía real:

En la economía real, en cambio, nos encontramos con algo que se asemeja más a una caja de herramientas, donde el uso de estas depende de los objetivos buscados. En la economía real existen grupos en los que se concentra la propiedad y que, por tanto, tienen posiciones de control sobre el mercado; existen ciudadanos sin acceso a propiedad y, por tanto, descartables para el mercado. En la economía real no nos encontramos en el pleno uso de factores (particularmente empleo), el comercio internacional no se encuentra guiado por las «ventajas comparativas», y el dinero no es neutral. En la economía real las personas pueden establecer relaciones de solidaridad y de sacrificio que contradicen la racionalidad de la maximización del beneficio financiero.

Desde el Observatorio hemos procurado proponer políticas, realizar recomendaciones, lanzar propuestas de medidas para solucionar problemas concretos, evidenciar que las manos del mercado no son invisibles, que existe una historia que nos permite comprender el presente, y defender las herramientas de política pública para que nuestra caja de herramientas sea lo más útil posible. Esperamos así aportar a la construcción de una economía al servicio de todos y donde todos nos podamos poner al servicio de los demás.

No somos los únicos: en todo el mundo existen asociaciones que promueven un entendimiento de la economía más ajustado a la realidad (e.g. PAECON, WEA, CREDO, NEF, y tantos otros en forma individual o colectiva); en Ecuador también se cuenta con espacios similares. No estamos solos: empresarios, trabajadores, economistas y personas de buena voluntad alrededor del mundo se encuentran desafiando a la Economía del Mundo Imaginario a través de regresar la vista a la realidad y a la historia.